Los huesos.
El esqueleto de los vertebrados consta de dos partes, el esqueleto axial y el esqueleto apendicular. El esqueleto es interno (endoesqueleto) y se puede definir como el conjunto de piezas duras y resistentes que vienen a formar el armazón del cuerpo. Estas piezas son los huesos y están acompañadas por los cartílagos.
Todo esto se puede observar en el siguiente ejemplo:
Metiendo un hueso en un recipiente que contenga ácido clorhídrico, adquiere este hueso, al poco tiempo, blandura y flexibilidad, por haberse reducido a su materia cartilaginosa. En cambio, quemándolo se convierte en un cuerpo mineral, conservando también su forma.
Todo hueso, por tanto, consta de una parte cartilaginosa y otra mineral, proporcionando elasticidad y solidez respectivamente. Durante la infancia, predomina en los huesos los cartílagos, y son por tanto muy flexibles y más difíciles de romper que en la edad adulta en el que predomina la sustancia mineral. Pero también son más fácilmente deformables en la infancia, al adoptar actitudes corporales incorrectas o soportando pesos excesivos.
Según su forma, los huesos se clasifican en:
Las funciones del hueso son variadas, y entre ellas destacan la función de soporte de tejidos blandos, tensión, palanca, protección de órganos críticos como los del sistema nervioso, metabólica de calcio-fósforo y la hermatopoyesis (función que desempeña la médula ósea); por lo tanto son las mismas que las del sistema óseo.
- El cartílago no está formado por tejido óseo sino por un tejido conjuntivo duro y están presentes en algunas partes del cuerpo adulto y forman el esqueleto fetal.
- El hueso, aun siendo definidos como la parte pasiva del aparato locomotor, es una estructura dinámica y vital, que sufre constantes transformaciones microscópicas, que en conjunto llevan al crecimiento, resorción y remodelación del esqueleto. El proceso de formación de los huesos se llama osteogénesis. Este proceso se inicia durante el desarrollo embrionario a partir de unos esbozos de tejido conjuntivo que se van osificando, es decir, convirtiendo en tejido óseo. Esto, después a lo largo de la vida se continua y los huesos además de osificarse crecen en longitud y en grosor.
Todo esto se puede observar en el siguiente ejemplo:
Metiendo un hueso en un recipiente que contenga ácido clorhídrico, adquiere este hueso, al poco tiempo, blandura y flexibilidad, por haberse reducido a su materia cartilaginosa. En cambio, quemándolo se convierte en un cuerpo mineral, conservando también su forma.
Todo hueso, por tanto, consta de una parte cartilaginosa y otra mineral, proporcionando elasticidad y solidez respectivamente. Durante la infancia, predomina en los huesos los cartílagos, y son por tanto muy flexibles y más difíciles de romper que en la edad adulta en el que predomina la sustancia mineral. Pero también son más fácilmente deformables en la infancia, al adoptar actitudes corporales incorrectas o soportando pesos excesivos.
Según su forma, los huesos se clasifican en:
- Huesos largos: Son aquellos en los que predomina la longitud sobre la anchura y el grosor. Un ejemplo es el fémur. Desde el punto de vista macroscópico todos están compuestos por:
- Epífisis o extremidades (proximal y distal): Generalmente son anchas y voluminosas para facilitar la articulación entre huesos y proporcionar una mayor superficie para las inserciones musculares. Se componen de tejido óseo esponjoso y cartílago articular.
- Diáfasis: cuerpo o parte central de los huesos. Presenta un aspecto tubular y está formado por tejido óseo compacto que rodea la cavidad central o medular, en cuyo interior se aloja la médula ósea.
- Metáfisis: Constituye la zona de separación entre las dos anteriores.
- Cartílago articular: es una capa delgada de cartílago hialino que cubre la parte de la epífisis de un hueso que se articula con otro hueso.
- Cavidad medular: es el espacio interno de la diáfisis que contiene a la médula ósea amarilla grasa.
- Endostio: es la capa que recubre la cavidad medular, y contiene células formadoras de hueso.
- Huesos cortos: son cuboidales, tiene tejido esponjoso salvo en su superficie. Por
- Huesos planos: son delgados compuestos por dos placas casi paralelas de tejido óseo compacto que envuelven a otra de hueso esponjoso. Brindan protección. Por ejemplo: huesos del cráneo, esternón, omóplatos.
- Huesos irregulares, que tiene forma compleja. Por ejemplo: vértebras y algunos huesos de la cara.
- Huesos sesamoideos: están en algunos tendones, a los que protegen del uso y desgarro excesivos. Por ejemplo: la rótula.
Las funciones del hueso son variadas, y entre ellas destacan la función de soporte de tejidos blandos, tensión, palanca, protección de órganos críticos como los del sistema nervioso, metabólica de calcio-fósforo y la hermatopoyesis (función que desempeña la médula ósea); por lo tanto son las mismas que las del sistema óseo.